Tener una buena comunicación con tus hijos es indispensable para ser un buen padre o madre, y aunque pareciera fácil hacerlo, no siempre se logra tener una comunicación, franca, abierta, sin restricciones y con confianza. A todos nos enseñaron a hablar, a leer y a escribir, pero nunca nos enseñaron a escuchar, una de las cuatro competencias de la comunicación.
La APA (American Psycologhycal Association) nos da importantes recomendaciones para establecer una excelente comunicación con nuestros hijos:
Observa en que momentos es más probable que tus hijos hablen, por ejemplo, a la hora de acostarse, antes de la cena o en el automóvil y asegúrate de estar dispuesto a escucharlos.
Comienza la conversación con un tema que les interese. Esto le permite a tus hijos saber que te preocupas por lo que está sucediendo en sus vidas.
Encuentra tiempo cada semana para una actividad individual con cada niño y evita programar otras actividades durante ese tiempo.
Conoce los intereses de tus hijos, por ejemplo, su música y actividades favoritas y demuestra interés en ellos.
Cuando tus hijos te busquen para hablar de sus preocupaciones, detén lo que sea que estés haciendo y escúchalos.
Expresa interés en lo que están diciendo sin ser entrometido.
Escucha su punto de vista, incluso si es sobre algún tema que no dominas y te es difícil de entender. Permíteles completar su punto antes de responder.
Repíteles lo que escuchaste para asegurarte de que los entiendes correctamente.
Trata de evitar reacciones fuertes; los niños se desconectarán y encerrarán en sí mismos si pareces enojado o si creen que los vas a juzgar.
Expresa tu opinión inclusive si no estás de acuerdo con tu hijo. Enséñale a reconocer que está bien no estar de acuerdo y que puede expresarlo abiertamente.
No discutan sobre quién tiene razón. En lugar de eso, di: «Sé que no estás de acuerdo conmigo, pero esto es lo que yo creo».
Pregúntales a tus hijos qué quieren o necesitan de ti, como consejos, simplemente ser escuchados, ayuda para manejar sus emociones o para resolver un problema.
Los niños aprenden imitando. Es por esto que seguirán tu ejemplo de cómo lidiar con emociones difíciles como la ira, la tristeza, o simplemente resolver problemas y superar sentimientos difíciles.
Habla con tus hijos como lo haces cuando hablas con tu mejor amigo: no prediques, critiques, amenaces o digas cosas hirientes.
Concéntrate en los sentimientos de tu hijo en lugar de los tuyos durante su conversación. Demuéstrale empatía.
Créeles a tus hijos. Algunas veces nos vemos tentados a creer más en la versión del profesor o del vecino, sin haber escuchado a nuestros hijos.
Los niños aprenden de sus propias elecciones. Siempre que las consecuencias no sean peligrosas, no sientas que tienes que intervenir. Confía en que ellos pueden solucionar algunos problemas menores.
A veces, tus hijos pueden ponerte a prueba diciéndote primero una pequeña parte de lo que los está molestando. Escúchalos atentamente, aliéntalos a hablar y motívalos para que se abran y puedan compartir toda la historia.
Escuchar es la clave para una comunicación sana con tus hijos. Si ellos son escuchados se sentirán valorados y adquirirán la confianza para mantener una comunicación fluida desde la niñez. Esta conexión que se inicia en la niñez es muy importante mantenerla en la adolescencia lo cual puede ser un desafío, especialmente porque los padres tienen muchas ocupaciones y los adolescentes no son muy receptivos. La clave es comenzar temprano y si no lo has hecho, nunca es tarde para intentar mejorar la comunicación con tus hijos utilizando estos consejos.
En el Gimnasio Los Caobos la enseñanza centrada en el estudiante es el mejor ejemplo de escucha para los niños y jóvenes, que en vez de memorizar contenidos, participan e interactúan activamente en el proceso de aprendizaje experiencial.